Astenia significa cansancio y corresponde al término clínico que se utiliza para definir el paso del invierno a la primavera. Con el cambio de estación se producen una serie de variaciones climatológicas: aumento de las horas de luz solar, incremento de la temperatura, el grado de humedad y la presión atmosférica… Estos factores inciden en nuestro día a día y también afectan los ciclos hormonales que regulan la adaptación biológica. El origen está en el hipotálamo, la glándula encargada de regular la temperatura, la siete, la hambre y el sueño. Esta, además, es la responsable de segregar las endorfines, responsables del optimismo vital, y las serotoninas u hormonas de la felicidad.
La astenia primaveral no se considera una enfermedad, sino un síntoma de regulación orgánica que se puede ver agravado por la actitud con que lo enfrentamos. Este síntoma nos provoca más cansancio del habitual, apatía, desaliento, carencia de energía para realizar las actividades cotidianas, dificultad para mantener la concentración, alteración del ritmo al trabajo, desmotivación generalizada, sensación de tristeza y malestar, somnolencia, desgana y disminución de la libido.
Claves para hacer frente a la astenia primaveral
- Aceptar que no todo depende de nosotros: es esencial admitir que hay situaciones que dependen mayoritariamente de factores externos. En este caso es muy claro: toda una serie de hechos a la natura y la correspondiente adaptación biológica de nuestro cuerpo hacen que la astenia sea un síntoma normal al cual nos tenemos que enfrentar. Decía el maestro Oriol Pujol y Borotau que “todo aquello al cual resistimos, persiste”, por lo tanto, en este caso, cuanto más nos instalamos en la queja peor viviremos la entrada de la primavera. En cambio si lo aceptamos, todo fluirá más fácilmente en nosotros y menos durará la resistencia al cambio de estación.
- Tener una actitud positiva: para desactivar la queja y enfocarnos al cambio con una buena actitud, el primero que nos hace falta es tomar conciencia y reconocer que estamos teniendo esta conducta para poder cambiar los hechos. Seguidamente, actuaremos con responsabilidad, puesto que si no nos hacemos responsables del qué nos pasa quedamos instalados en el inmovilismo, dejando las riendas de nuestras vidas a los otros, al entorno y a las circunstancias. Finalmente, tenemos que ser valientes y enfocar la mirada a aquello que queremos conseguir y no en aquello que queremos evitar. Tenemos que decidir qué podemos hacer y pasar a la acción.
- Seguir una alimentación equilibrada: ingerir verduras y frutas, así como alimentos que favorecen la producción de serotonina: cereales integrales, aceite de oliva, pescado azul, nuevos, quesos frescos…
- Mantener el cuerpo hidratado: es importante ver de uno a dos litros de agua, infusiones y zumo cada día.
- Respetar el sueño: nuestro cuerpo necesita descansar 8 horas al día. Tenemos que ser rigurosos con los horarios de ir a dormir y de quitarnos.
- Evitar los tóxicos: no fumar, ni beber alcohol y no ingerir cafeína.
- Establecer unos horarios: mantener un ritmo de vida ordenado, planificado.
- Realizar actividad física: incorporar en nuestro día a día ejercicios que favorezcan el trabajo cardiovascular, la tonificació y la flexibilidad.
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