En esta época del año suele pasar que hacemos balance del año que acabamos. Nos damos cuenta de como hemos avanzado en ciertos aspectos y también tomamos conciencia de lo que nos ha quedado pendiente.
Es entonces cuando nos hacemos los propósitos del año que viene y nos automotivamos con las mejores intenciones. Y empieza enero que, de hecho, empieza el 7 de enero. Y de golpe ya hemos entrado a febrero que pasa volando y, con un visto y no visto, nos plantamos en Semana Santa y aquella motivación cómplice de principio de año se va desvaneciendo como por arte de magia.
Si de verdad quieres hacer realidad aquello que te propones, te presento la fórmula que yo utilizo en mi propia vida y la que transmito a mis clientes en los procesos de coaching:
Decidir: tomar conciencia de lo que realmente quieres. A menudo somos muy ambiguos a la hora de decidir lo que queremos conseguir y esto hace que nuestra decisión no tenga una base sólida y, por lo tanto, pierda bastante con el paso del tiempo.
Comprometerte: con lo que has decidido. Definir un plan de acción para poner en marcha aquello que quieres. Y lo más importante, no ponerte excusas. Las excusas no tienen sentido especialmente cuando eres tú quien ha decidido qué quieres y cómo lo harás para conseguirlo. Modifica el plan de acción tantas veces como haga falta y cuando lo des por bueno, toma el compromiso contigo mismo/a.
Hacer aquello que has decidido: y hacerlo disfrutando del momento presente. Estás haciendo aquello que querías y con lo que te has comprometido, así que te puedes sentir orgulloso/a de ser una persona que respeta a la persona más importante de su vida: TÚ.
Disfrutar de haber hecho lo que has decidido: hay pocas cosas tan satisfactorias como tomar conciencia que estás creando la vida que quieres para ti. Hay personas a quienes les pasan cosas y personas que hacen que las cosas les pasen, ¡esta es la diferencia!
Así que os animo a decidir haceros amos de vuestra vida, a comprometeros con cómo queréis que sea, hacer realidad todo lo que os proponéis a y disfrutar plenamente de todo el proceso.
Y si necesitáis una mano, ¡ya sabéis donde encontrarme!
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