Ante una situación de incertidumbre o de cambio en tu vida es determinante adoptar una actitud proactiva y enfocar tu atención y energía en aquello que depende de ti para obtener resultados satisfactorios.
Viktor E. Frankl, neurólogo y psiquiatra que sobrevivió a los campos de concentración nazis, introdujo el concepto de proactividad en 1946 en su libro El hombre en busca de sentido. Más tarde, Stephen Covey lo popularizó en su conocido libro Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas.
Según Covey, ser proactivo es el primero de los siete hábitos que diferencian las personas efectivas de las no efectivas.
Una persona proactiva se avanza a los problemas y toma las medidas necesarias para afrontarlos de manera positiva. En cambio, una persona reactiva esperará que pase algo en su entorno que le solucione la dificultad o el problema que está teniendo en aquel momento.
Ser proactivo no es solo tomar la iniciativa, sino que es asumir tu responsabilidad de hacer que las cosas pasen, de decidir en cada momento qué quieres hacer y cómo lo harás.
Covey también explica que el grado de proactividad depende del círculo en el que inviertes tu energía y tu tiempo y determina tres áreas dentro del círculo de influencia: el área de control, el área de influencia y el área de no control.
Las personas que adoptan una actitud proactiva se centran en los hechos que dependen de ellas, tanto del área de control como del área de influencia. Por otro lado, las personas que toman actitudes reactivas se centran en el área de no control y expulsan la responsabilidad hacia fuera, dan la culpa a otras personas de lo que les pasa, al contexto en el cual se encuentran y en las circunstancias del momento sobre las cuales no pueden influir de ninguna forma.
Y tú, ¿adoptas actitudes proactivas o reactivas?
La proactivitat, como toda actitud, se puede entrenar y mejorar.
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